Literatura/ lengua,cine, música y arte.
Alicia atraída por la madriguera
domingo, 10 de diciembre de 2023
LA TRAGEDIA DE LOS QUE RODEABAN A DON QUIJOTE.
Cuando veía aquella foto junto al televisor de mi exsuegra infantilizada en un balancín no sabía qué sentir ¿desprecio?¿agradecimiento?¿culpa hacia ella?¿pena?¿nada? Estefani Audran era una mujer bella y de carácter orgulloso cuando me la presentó su hija, o sea mi mujer. Al principio, me cayó bien porque hablaba de que teníamos que registrarnos en la lista de parejas de hecho y tener un hijo.
Después mi mujer me comentó que su madre se sentía una mujer sacrificada y desgraciada, dejó a su marido de toda la vida y se fue con un chico que tenía veinte años menos que ella. Ambos sin ahorros, por tanto pidiendo ayuda económica a sus hijos. Guardo dos anécdotas de ella de ese momento, en una fiesta de Navidad en que ambos poníamos excusas para no hacernos juntos la misma foto yo cogí una lata, la aplasté y me rajé la mano.
Estefani cogió un vaso de cristal lo rompió sin cortarse, se rajó un poco la mano y se la limpió con un paño sucio. Como diciendo que ella era impune a mis críticas, que siempre tenía razón y que haría lo que le daba la gana.
La relación como era de prever duró pocos años, a su primer marido que le fue fiel de por vida del disgusto le dio una depresión, después una demencia precoz y en cuestión de siete años murió, y las peleas con mi mujer por la fortuna que gastábamos en ella hizo que nos divorciáramos.
Parece que la muerte de su primer marido al que dio tres hijos, aunque nadie le echara la culpa, también le causó una depresión, la envejeció prematuramente y la infantilizó. De esa época era la foto, vivía en un mundo de mentiras, diciendo que había sido una esposa y madre perfectas y muy generosa dando una fortuna a sus hijos.
Dos años después murió y nadie me invitó al funeral. Siete meses después mi exmujer quiso reiniciar la relación conmigo, y cuando volví a su casa, tenía esa foto de cuatro ancianas infantilizadas en un balancín, cuando pregunté quienes eran, me respondió que era su madre.
¿Era aquel el ser pérfido que odiaba en silencio? Me pregunté ¿qué sentiría la sobrina de El Quijote cuando tras morir se enteró que estaban en la ruina, que había vendido todas sus propiedades para comprar libros de caballerías y que tenía prohibido casarse con su prometido que era lector de libros de caballerías con amenaza de quedarse sin su ropa del ajuar? no tuvimos hijos.
¿Odio?¿pena por el Quijote? Miraba la foto y no sabía qué sentir. ¿tenía la culpa de lo que nos ocurrió o fue culpa mía, nuestra? Se me derramó agua sobre la televisión de cubo que empezó a soltar chispas, la cogí y la tiré hacia el suelo y empecé a darle paradas mientras ardía.
Me sentía elevado, puro, culpable mientras me fumaba un cigarrillo que me quemaba los dedos.
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