Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

sábado, 23 de diciembre de 2023

AHORA SABRÁS LO QUE ES SER UN P. NEGRO.

"JÚNTATE A QUIEN TE HAGA BRILLAR". Cuando era niño mi padre me contó una historia, que sólo entendería décadas después a base de puñaladas y de sangre, mientras íbamos en coche desde Lérida hasta el Pirineo: era un millonario tacaño en la Antigua Grecia que le dijo a uno de los hombres que mejor hablaba en aquella época, - si me convences desheredaré a mis hijos y te daré toda mi fortuna. Y el sabio respondió: si pudiera convencerte de algo te convencería de que te ahogaras. (Moraleja: nunca podrás convencer a nadie de algo que no desea creer íntimamente). (1ª voz) Siempre fui feliz, no llores por mí yo ya estoy muerto. Mi madre decía: "olvida los problemas, júntate con quien te haga brillar" . Hakim empacaba ropa y sábanas acabadas de limpiar junto a las máquinas. (2ª voz) Cuando era niño en Las Palmas de Gran Canaria aún había chabolismo en los 80, huía con mi amigo e íbamos al salir del SALESIANO a las chabolas de la Iglesia Coreana donde para colmo también iban jóvenes para drogarse, no obstante era gente muy educada. Nunca escuché ninguna de sus historias, hasta que fui amigo de Hakim. (1ª voz) Mi madre me regaló unas zapatillas de Cáritas, no sé por qué cogió unas tan grandes. Mi padre vivía en Alcalá de Henares (Madrid) separado, y nos visitó. Cuando vio las zapatillas se rio porque le parecía que eran los zapatones de un payaso. En aquellos años era muy caro viajar en avión a Madrid entonces me dijo delante de mi hermana: - ¿Yo os puedo pagar el viaje pero sólo a uno o tu hermana o tú para que conozcan Madrid? - Quiero que vaya mi hermana, no quiero traicionarla, no soy un Judas. Creía que dándole pena siendo sus hijos nos compraría unas zapatillas nuevas, pero no fue así. Al final tampoco invitó a mi hermana al viaje a Madrid. Teniendo toda su familia paterna en Madrid solo la visitó por primera vez a los 26 años, nunca había salido de la isla, 6 meses después de que mi padre hubiese muerto. Yo tenía 30 años. Nos reconoció como hijos, pero ni mi hermana ni yo fuimos a su funeral, porque aunque teníamos dinero de sobra para el billete de avión, no quisimos ir. La mujer con la que convivía renunció a la casa con deudas, que heredamos. Se llevó los muebles y todo lo económico pero nos dejó mil fotos de ella con mi padre y su ropa usada. Yo tuve el placer de romper una a una sus fotos -salvo ésta-, y tirar la ropa salvo unos zapatos de charol que estaban nuevos. A veces veo esta foto, me lleno de rencor por mi madre y mi hermana y me pongo quejica. Sin embargo la vida a mí me ha tratado bastante bien en mi lavandería. Soy feliz con mi mujer, no puedo quejarme.

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