El infinito de la Casa de las Bellas Durmientes.

Desde que cerré la puerta de un portazo al volver del funeral de mi madre recién fallecida me sangraban las manos, me habían empezado a salirme nuevos dientes sangrantes como un tiburón. Sentía que tenía miedo a la gente, me costaba salir de casa y tuve que pedir una baja en el trabajo. Notaba algo espectral que me empujaba a no salir del salón.Veía su rostro de mayor y de la niña en la eternidad de la noche una y otra vez pero siempre de forma distinta. Mi madre siempre repetía que la Casa de Matías Padrón tenía algo perversamente bello como una mujer desquiciada e imprevisible. Parte de la casa eran puros cascotes y tenía paredes que eran de bloque pelado, incluso faltaba una parte del techo y cuando llovía se soplaban las paredes que adquirían la forma de fetos fallecidos mientras yo miraba fijamente un enorme televisor de plasma que yo no entendía. HABÍA una ordenanza municipal y no podía reformarla porque estaba calificada de interés histórico. Aunque la casa tenía un silencio espectral se escuchaban sonidos chirriantes a destiempo de una rocaflex o de un coche destartalado pero cuando salía a la ventana no había nada, solo una pareja de adolescentes besándose en la boca y metiéndose mano en el sitio donde más podían llamar la atención. El brillo de la luz y el calor también tenían un espectro insoportable como si vinieran del desierto del infierno. Pero la brisa consoladora de la noche era peor, porque se me aparecía una mancha de luz y polvo con la voz de mi madre chillona como una rocaflex. Eres un vago de mierda y un inútil, un niñato que no termina nada,pero sobre todo tienes pánico de no dejar de ser un mediocre inane asqueroso que no llamas la atención ni nunca te arriesgas para conseguir lo extraordinario. Me echó en cara el dinero que malgastó en mi formación para que pudiera destacar prematuramente y aquello me partió el alma. Fuiste un joven brillantísimo pero nunca concretaste nada, nunca te definiste,pero de pronto una mañana salió lo podrido. Eres un diletante mediocre, un payaso que se ríe como un niñato y un eterno espectador que palmadea sin saber. Das asco. No me atreví a recordarle ninguno de mis méritos. Solo que todo lo que era fue gracias a ella. Le recordé la historia de la rana que se avergonzaba de ser rana, y que se mataba estudiando, haciendo ejercicio con dominadas y aguantando la respirando 10minutos bajo el agua y piando en chino. Y cuando se murió unos vagabundos que se la comieron dijeron: esta bien, pero sabe mejor el pollo de la pollería. Así renegó de ser ancas de rana. La noche me atormentó y no pudiendo soportarme más, cogí un cigarro y lo tiré al suelo con gasolina. La casa ardió conmigo dentro. Era una liberación. Odiaba tanto la belleza y la luz, como también la mediocridad y todos los buenos sentimientos. Lo odiaba todo. Cuando llegó la policía, me dijo que no me preocupara por "el accidente". De hecho, con el seguro del hogar ya era un hombre millonario. Mi hermana llegó y me dijo que ¿cómo no? tenía que ser yo, que era el de siempre. Que no pensara que me iba a quedar yo solo con el dinero de la indemnización. Yo miraba con orgullo mis quemaduras con un gesto de asco extraño como si fuera otra persona. Mientras fumaba me quedé sonriendo. Logré quemarla viva por fin. Mamá te quiero fuiste realmente extraordinaria, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero... Sólo quiero destruirlo todo. Sólo quiero vivir.