Literatura/ lengua,cine, música y arte.
Alicia atraída por la madriguera
lunes, 27 de febrero de 2023
El retratista del dolor.
"Recuerda: te matará un hijo no nacido de mujer" Macbeth.
"Compramos sueños rotos, ilusiones perdidas, esperanzas marchitas", gritó el triste escritor...
Sus compañeros iban a por él pero no sabía por qué. Mientras tomaba café veía en la televisión del Staff de la empresa como perros rabiosos sanguinarios perseguían a una bella adolescente ensangretada y perdida en medio de una ciudad bombardeada. Después de dejarla medio muerta, se iban a jugar y se olvidaban de ella.
No sabía si quejarse al jefe o despedirse criminalmente y renunciar al finiquito. Koplot pensaba que unos espíritus malignos habían coaptado el alma de sus compañeros que le hacían el vacío,le despreciaban constantemente y le negaban el saludo en su propia cara. Koplot registraba somnoliento toda la lista de operaciones contables que realizaba la compañía XXX en la zona de El Puerto de Las Palmas en su pequeño despacho de madera sin ventanas. Al lado tenía su "sábana" con el nombre técnico de cada actividad para informatizarlo para los inspectores de Hacienda. Al margen de las cuentas contables dibujaba a exploradores sonriendo en lugares extraños.
El inspector no se fiaba de él, la compañía Mapfre tenía supervisores automáticos en Madrid porque no se fiaban de él, sus vendedores de seguros muchas veces le pedían ver que sus ventas estaban registradas porque no se fiaban de él, y su jefe de planta lo evitaba en la sala de espera o en el staff para almorzar porque no quería hablar de que lo hicieran fijo.
Sin embargo, su trabajo que le hacía sentir impersonal, era su única vida. No tenía pareja, ni amigos, ni se relacionaba con sus parientes. El sol eterno que brillaba rebotando en el mar crispado, en los edificios le alegraba de forma impersonal.
Cuando habían reuniones y él empezaba a hablar lo interrumpían constantemente. Pero el sueño de Koplot en su momento del almuerzo cuando veía los yates de lujo entrar en el puerto ya no era crear una fortuna. Tenía 52 años...era demasiado tarde. "Compramos sueños rotos,ilusiones perdidas, esperanzas marchitas" gritó el triste escritor aficionado que escribía cuentos cortos de terror cósmico en sus ratos libres.
Cuando volvió a su casa abrió el buzón esperando más facturas. Había una carta con un holograma verde. Era de una Editorial que le ofrecía una oferta millonaria para publicar sus cuentos. Se rio casi llorando apoyándose en la pared de los buzones. Salió a correr a la Avenida Marítima bajo el chirimiri para desfogarse el entusiasmo que le producía la nueva oportunidad.
Entonces recordó el cuento de aquel amnésico que se iba a suicidar al borde del precipicio. Se preguntaba ¿ qué fue de aquel gran hombre? Ese hombre que organizó los cables del ordenador fuiste tú.
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