Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 28 de noviembre de 2022

SABOR A MÍ.

Una máquina de coser, un panetone, y un libro sobre chocolate. Cuando me hicieron una fiesta de despedida no habitual de Mapfre mi compañera Irene la bellísima rubia me hizo un panetone basado en un libro especializado para hacer chocolates y lo puso al lado de la máquina de coser del despacho. Éramos los insaciables del tesoro del desierto. Yo conseguí ese puesto de puesto de contable básico y tenía que luchar por él a puñetazos,trabajando duro, mientras por las tardes tenía que cuidar de mi madre esquizofrénica a la que teníamos yo y hermana encerrada en casa por si le daba algún arrebato. Los compañeros estaban contentos conmigo pero más con Irene y por añadidura con Chus que era su novio. Los conocí porque salíamos de nuestro despacho sin ventanas para descansar y ver los yates de lujo del Puerto de la Luz desde la cuarta planta. Yo era el único obsesionado solo con hacer bien su trabajo. Todos los días hacían comentarios sobre la belleza de Irene, y bromas del tipo de que si no se la merecía o que si era mucho para él. Cuando yo le hice la broma inocente poniendo la mano amigablemente sobre el hombro de mi compañero, me gritó que estaba harto, apartándomela de un manotazo. Levantó la voz en público diciendo que Irene era una "puta asquerosa", que se había acostado con varios en la oficina que se casó por él por el status, pero cuando vio que no progresaba no hacía más que humillarlo en privado y en público. Yo me quedé muerto. Todos nos quedamos muertos, callados, porque muchos aludidos estaban presentes en la fiesta. Se puso a escupir a la gente, a dar puñetazos a la pared, a las mesas y a las columnas, a insultar a gritos, rompió una botella con la que se rajó los brazos y amenazó con matar a varios de los presentes por negarle una subida en el escalafón. A los cinco minutos cuando parecía que iban a ver varias peleas, la fiesta se acabó, sin que nadie reaccionara, ni respondiera nada. Chus volvió al día siguiente al trabajo como si no pasara nada. El Jefe se quedó alucinando y pidió su traslado inmediato a otra sucursal. Nadie volvió a saber nada de él, hasta que cinco años después me enteré que lo habían condenado a cinco años de cárcel por ser el contable de un mafioso ruso de Maspalomas al que blanqueaba. Siempre insaciable buscando el dinero rápido en vez de ir poco a poco. Me encontré a Irene en el Macrofit de Juan XXIII, los dos sufríamos cierto ostracismo. Fingía no verme, me saludaba de lejos pero no se paraba para hablar. Había tenido un hijo...pero con el mafioso ruso. Se había operado el pecho, la cara y los labios para perder el gesto maternal pero había quedado un rostro bastante exagerado. Vladimir iba para hacer entrenamiento militar, parecía querer constantemente deshacerse de ella. Era conmovedor, terrible ver a Irene una y otra vez ya fueran a las 7:00 de la mañana o a las 22:00 de la noche entrar al Gym para preguntar al recepcionista si Vladimir estaba entrenando y como este a veces le mentía o le decía que no. - ¡Déjame entrar! -sabes que no puedo - le respondía con una sonrisa mezquina y cínica. Ya entonces no había Lamborghinis en la puerta para irse. No conocí a los inventores de Sillicon Valley, ni a los inversores de Wall Street, pero siempre me daba pena no poder hablar detenidamente a la gente grande que conocí.

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