Lo sublime del amor.
Allí estaba la estatua enorme de Carlos XII de Suecia que estaba agobiada todos los días de tanto público.
Entonces recordó que su novio era un iluminado: podía recordar todas sus vidas de reencarnaciones pasadas.
Se dio cuenta cuando una noche en que estaban juntos en la playa,le contó la historia de un joven capitán que estuvo en Rusia en el ejército de Carlos XII, una historia tan extraordinaria tuvo que haberla vivido él mismo.
Y otra historia de un siervo de Cleopatra y que describió hasta con los detalles más mínimos.
Pero también sabía que amarlo era un acto egoísta, porque cuando él la amara por primera vez, todas aquellas historias extraordinarias las olvidaría y se perderían sobre la faz de la tierra.
Así que bajó la vista y siguió su paseo ante una escultura que en pocos días sería anónima para siempre.
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