Si arañas la malla de la noche
y el relente del preso restregando
su cutis en el bloque pelado,
esta el beso que no dimos sin reproche.
El agua atraviesa el seco espino
donde remuerdes tu boca de ortigas,
y tu ojo quieres encajar entre vigas
entre las rocas el mar un camino.
Pero no haces crecer al bebé su cuerpo
ni el aroma del sexo al duro bosque
rechina al predecir la primavera.
Y para que no rechine al desierto
que arrastre el oleaje entre el enroque
y en la sal de las heridas se pierda.
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