Aventuras del Camino del Santiago

Una vez subiendo por un camino de piedras en los Picos de Europa nos encontramos una lengua de nieve de unos 20 metros de largo.  Mi mujer, un grupo de amigas y yo. Al ver cómo podía divertirme con algo tan extraordinario me tiré directamente. Cómo no había garrafas de agua ni nada para deslizarme me lancé. Sentado con una pierna tiesa y empujando con la otra con un pequeño dolor de rodilla. Pasada las primeras zancadas empezaba a deslizarme de verdad. Hasta que me frenaban las piedras del fondo.

¡ Conque poco se conforman los canarios! dijo una chica del fondo. Era grotesco vernos dar zancadas con una pierna hasta que se cogía impulso. Pero después se cogía cierta velocidad.
Dos mujeres que habían dicho que yo me divertiría en un parque infantil solo me siguieron. La pierna que daba las zancadas dirigía. Y cómo no les debía convencer se torcían hacia un lado de la pista desde el comienzo contra las piedras. Al final por vergüenza tuve que ayudarlas. Las empujaba por la trayectoria central.
Mientras los paisanos disfrutaban con la vista de unos pájaros que volaban bajo. Eran grajos.
Lo extraordinario hay que buscarlo una y otra vez. Hay que quitarle el polvo como una piedra de Troya. Hay que buscarle un sentido una y otra vez.


                                                                         I

 Yo fuí al Camino de Santiago para embrutecerme. Para saber si podía ir al mismo ritmo que mis compañeros. No buscaba el sentido de mi vida ni mi posición dentro de la familia ni sexo.