Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

martes, 4 de noviembre de 2025

Romance de Fines el Memorioso Ciego.

Y se va, y se va, y se va con él. Y se va, y se va, y se va con él. En mi pupila, de Funes, tu silueta se derrama. ¿Qué será de mí si ya tras el sol no hay nada? Luna de reflejos fríos, plata en la chatarra inerte. En mis ojos, lágrimas rayan, detallados hasta la muerte. Te nombro, como si estuvieras, con la sed de quien se vierte, mientras mi alma es salitre y óxido que mi mente jamás advierte. Yo te recuerdo, sano, con la sal que el mar derrama, mientras mi alma es chatarra seca que el olvido no amamanta. Ireneo (Funes) canta: ¡Ay de mí, que soy archivo de cien mil atardeceres! Cada hoja, cada salitre, cada uno de tus quereres que a mi memoria vinieron sin poder ser abstractos seres. Tú, que amas como quien olvida, con el goce de lo efímero, me dejas el alma herida con este don que es un yermo. Eres luz de mediodía, yo, ciego de tanto verme; mis ojos, aunque abiertos, solo saben retenerte. El Amado Sano responde (con la voz del Ciego que se da cuenta): Yo te miraba, Funes, con mi ceguera de amor, creyendo que mi desprecio era un simple error. Pero veo la desesperación en tus ojos de cristal: Tu amor es un vaciadero de basuras de metal, chatarra seca, salitre puro, que no puedes generalizar. Ireneo (Funes) finaliza: Mi amor no es un concepto, chatarra del mar, la herida, es la forma exacta del óxido que a tu piel se pega y anida. Soy el hombre que no olvida, y mi pena es de bronce antiguo, mientras tú, sano y libre, vives en el dulce olvido.

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