A Maribel Verdú actriz, icono afectivo del erotismo de los 80, le preguntaron cómo se sentía por no tener hijos (ya tiene 50 años).
Bueno en realidad,lo que le preguntaron es que si quería tener hijos pero la respuesta obvia era que no,que difícilmente podría ahora.
Y ella respondió que esa pregunta sobraba.
En realidad,casi ninguna pregunta sobra. El problema resulta que esa pregunta supone de algún modo no solo cotilleo, si no que Verdú es un ejemplo humano, y explícitamente no lo es,solo es una buena actriz. Ser buena actriz,y exponerse al público, no supone que guarde una verdad humana extraordinaria por la que se pregunta,ni siquiera aunque estés en contacto permanente con grandes textos.
En efecto,uno se queda con mal sabor de boca por esa respuesta de Verdú,pero no hay respuesta.
Ese es el valor filosófico de la pregunta,que la gran respuesta no existe de tan obvia que es.
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