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Alicia atraída por la madriguera
jueves, 23 de enero de 2020
Francisco de Quevedo, Fausto, y el neoliberalismo.
Francisco de Quevedo con sus machismos y sus prejuicios de época,como por ejemplo, obsesionado con la escasa higiene de la comida y en especial de las tartas como buen simplón siempre nos llega como alguien auténtico.
Y eso que aunque se suele insultar, no se expone demasiado. Sin embargo muchos poemas doloridos, machistas, de fuertes desengaños amorosos llegan a través de la intertextualidad de Tina Suárez con ligereza, con demasiado buen rollo y sentido del humor.
Parece que una de las características de Tina Rojas es el entusiasmo, y la bonhomía y estas peculiaridades de cierta posmodernidad llegan a fastidiar. Respecto a esto, parece curioso el propio físico de Tina Suárez, una mujer bella que ha querido cortarse el cabello como diciendo fíjense en lo que digo, y en mis poses, pero no hagan por i belleza que no me tomen en serio.
Una cosa es segura: hay cosas de Quevedo que ya en su época eran indefendibles y él las defiende. Y nosotros las compartimos solo porque nos llegan al alma o por un machismo confuso y residual.
El poema Faltar pudo España al gran Osuna/pero no en el gran Osuna a sus batallas” dedicado a su gran amigo y posible conspirador el Duque Osuna, es el acto de cinismo más grande que se hubiera podido permitir un espía como Francisco de Quevedo.
Hasta Cristofer Marlowe en su “Fausto” que parece un trasunto de sí mismo no es tan cínico y resulta igual de conmovedor, no sé si con la misma grandeza.
Quevedo como un español eterno, defensor de pícaros dice “¿cómo van a condenar a este gran hombre con lo genial que es y que hubiese podido rebelarse, solo por el insignificante motivo de que sea culpable? COMO SE DEFENDERÍA A UN PÍCARO.
Marlowe reconoce al final su culpa y exclama” pero ser condenado por toda la eternidad es demasiado, no pueden condenar a solo mil años ardiendo en el infierno”.
Una cosa es curiosa en Tina Suárez, aunque el feminismo está venciendo en todas partes y podía ser más radical, no lo es. Ser escritora feminista para lectores varones es duro, porque tienes que golpear, pero sin ser demasiado hiriente.
El Quevedo más patriota sí se victimiza, exclama que toda Europa está en contra de España, “cuando es España un país acogedor para todos”. El radicalismo de la Contrarreforma no lo juzga, hay poca autocrítica. Esto suena a tantos escritores y pensadores latinoamericanos actuales.
El poeta Quevedo es actual como poeta pero clásico, como pensador político sería como un Séneca incapaz de evolucionar pero muy crítico. Entiende el poder, pero para ser espía no entiende la libertad política solo la humana. ¿Podríamos esperar que un Quevedo que viajó por Italia y Francia se empapara de más ideas aperturistas?
El mundo de Tina Suárez la libertad se da por supuesta sea un obstáculo una reafirmación de la voluntad, la libertad sobre todo de las mujeres es sagrada, pero expresada siempre en forma lúdica y benévola.
Pero ¿las ideas expresadas por un poeta en su obra valen tanto o lo que vale es su fuerza para expresarlas? Lo que a mí me da a entender es que esa idea de libertad ya esta aceptada en el mundo de Tina Suárez por tanto cuando uno la lee no siente esa agonía o esa lucha.
Hay que tener en cuenta que muchas veces el tono de los sonetos de Quevedo parece ligero, pero el fondo es trágico. No solo cuando quiere conseguir a una mujer imposible a la que no consigue, sino cuando quiere demostrar verdades absolutas una y otra vez con un voluntarismo que demuestra que o que no se las cree del todo o que tiene necesidad de demostrar que sí que sí que sí.
Hay Novísimos que a veces tienen esa fuerza de estar tirando de una cuerda para subir del fondo del abismo, pero pocas veces. Quevedo parece auténtico porque detrás del artificio suele parecer que esta luchando, no es un poeta en el salón de su casa mirando al vacío tras leer un par de poemas y que ejerce la intertextualidad de forma olímpica.
De hecho, el intertextual Quevedo técnicamente siempre ejerce una labor crítica.
No hay nada más absurdo que hacer del pensamiento de Heráclito de Éfeso el de un católico del siglo XVII, de hecho asombra la falta de autocrítica real, pero un lector del siglo XXI quiere ejercer y creerse ese acto de voluntarismo que no lleva a nada: quiere creerse que bajo el libre albedrío católico coincide con la epistemología imposible del cosmos cambiante de Heráclito.
Con 40 años nos da igual. Para Quevedo la técnica literaria es fundamental, y por eso es un poeta cuya grandeza solo se entiende en español. Hasta en el Buscón tanto artificio técnico se vuelve fastidioso.
Hay escenas importantes como cuando el Buscón ve a su padre ahorcado y puede imaginar que ese será su futuro y no aprovecha la sicología de la escena sino para hacer otro juego de palabras.
La sociedad nos marca.
¿Cómo es posible que en la España Imperial no surgiera la figura literaria de un Fausto enorme vendiendo el alma para superar todos los obstáculos?
Tanto Marlowe como Goethe no eran creyentes, y Thomas Mann se basó en Nietzsche para hacer su Doctor Faustus. Sin embargo los dos “Faustos españoles” el de Calderón como el de Amescua se preocuparon más por la parte católica teológica y por la condena ejemplar.
Quizá Quevedo con su defensa del Imperio Español a pesar de la lógica, con su actividad de conspirador y de espía culto y patricio, fue el mejor Fausto inconsciente que tuvimos.
El ideal del pícaro es salir adelante sin más y el de El Quijote resolver entuertos haciendo el bien idealmente. El que haya que vender el alma al Mal, a lo inaceptable, no es muy católica, incluso cuando el premio tras bastante trabajo sea mucho mayor.
Quizá la idea calvinista de la predestinación de los elegidos influyó en la personalidad del Goethe educado en el luteranismo. La segunda parte más aburrida y confusa del Fausto está lleno de eso. Hay muchas veces en que uno no se entera tras tantos versos y versos de las elucubraciones de los personajes pero uno siente que son sanas.
Sin embargo, de las elucubraciones de Calderón de Barca las entienda el lector o no, uno siente que será otra vez moralina con lógica peculiar contrarreformista.
El ideal Faustico está constantemente en la historia de Alemania y en su literatura. Esta en las Guerras de Federico el Grande y en las Patrióticas en contra de Napoleón siempre enfrentándose contra enemigos mayores, con un fuerte militarismo y con una causa confusa no humanista.
¿Y puede haber menos humanista que Guillermo II y Hitler enfrentándose dos veces contra dos gigantes como Estados Unidos y Rusia países que tenían bastante herencia de cultura alemana?
Todo eso es fáustico.
Para el Cervantes aventurero o que se queda con dinero de la Armada Invencible identificarse con el idealista Quijote ajeno al dinero era bastante fácil, para el diletante Goethe rodeado de científicos y humanistas de vanguardia, pergeñando teorías científicas equivocadas soñar con ser un Fausto omniabarcador era previsible.
En España esto nunca se dio, no se dio nunca. ¿Acaso no conquistamos Latinoamérica nosotros solos, defendiendo cosas tan absurdas y nocivas como el catolicismo contrarreformista y contra la libertad económica?
¿Nunca sentimos que vendíamos nuestra alma al diablo, ni que era una empresa descomunal y absurda, ni a que a un nivel filosófico éramos los malos?
Pues bien nos surgieron un Bartolomé de las Casas atormentador para casos concretos, un Quijote idealista fuera de la realidad, o los pícaros por los que en distinto grado uno siente pena (Lazarillo) o asco (Estebanillo González).
Los grandes intelectuales de la España Imperial no entendieron su carácter descomunal, ni el lado satánico de quitarle a pueblos enteros su identidad “por una mejor”, ni entendían esa libertad descomunal que lleva a la autodestrucción sino que creían en la ortodoxia católica.
Fausto como idea ya estaba adulta para que un Goethe en su ambiente patricio, orgulloso de los avances y la erudición universal de los científicos alemanes la explotase.
Curiosamente, con la posmodernidad los valores morales de Fausto como reacción pueden volver a estar de moda con el neoliberalismo: el trabajo duro, todo está permitido bajo el paradigma de la sagrada libertad, la tecnificación total y la sacralización de los expertos por encima de una humanidad esencial.
Después con el triunfo de la ingeniería alemana y el carácter satánico de que todo puede valer, los alemanes vuelven a adquirir un tono fáustico, ¿no han usado los alemanes recientemente personas como cobayas para ver si el dióxido de carbono de los coches puede provocarles cánceres? Pero tras la Segunda Guerra Mundial no es lo mismo.
La democracia ha enraizado de nuevo y ya no todo está permitido.
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