Yo a Irina le importaba lo mismo
que ella a mí:
absolutamente nada.
Pero en el infierno hay una diferencia.
A mí me costó mucho superarla.
Tuve que ir a la Habana fosilizada
donde la gente se moría en la miseria,
con bloques de pintura desgastada
para aceptar que ya no la amaba.
Cuando muera seré olvidado
seré olvidado como un perro
y me lo merezco pero no quiero
ser olvidado en los ojos
de la gente que me amaba.
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