Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

lunes, 30 de diciembre de 2019

Sobre la novela “Carlota Fainberg” de Antonio Muñoz Molina.

¿POR QUÉ LEER ESTA NOVELA?

Es una novela corta y sencilla para meterse en el cosmos creativo de Muñoz Molina.

Esta obra es una novela de 174 páginas en la edición de la editorial Alfaguara de 1999, en el prólogo se nos indica que fue un relato por entregas sugerido por Juan Cruz directivo de El País en el año 1994, con la única condición que tuviera algo que ver con la novela “La isla del tesoro”.
En realidad, aunque la novela tiene que ver con una búsqueda, es la búsqueda del personaje de una historia oída que el protagonista perdido y desorientado quiere encontrar.
En el prólogo hay un soneto de Jorge Luis Borges del libro “El Hacedor” titulado Blind Pew por el personaje ciego de “La isla del tesoro” al que se imagina recordando la guerra en los terrosos caminos de Inglaterra y que acaba con un:
“A ti también, en otras playas de oro
Te aguarda incorruptible tu tesoro
La vasta y vaga y necesaria muerte”.


En busca de una memoria vivida.

“Yo ya no creo que vuelva nunca a Buenos Aires”

Claudio es un profesor universitario de literatura español que está en un aeropuerto, a pesar de estar casado se siente desorientado y perdido en la vida y preocupado por su situación laboral. Se encuentra con Marcelo Abengoa un hablador ejecutivo de empresa, compatriota del anterior, que se pone a charlar con él sobre sus viajes y sus anécdotas.
Empieza a hablar y salen sus conquistas amorosas, y en concreto una que tuvo en la ciudad de Buenos Aires ciudad a la que se dirige Claudio y que ha marcado de alguna manera. A Claudio le parece un hombre vulgar, el típico “macho ibérico” y piensa en sus problemas laborales. En qué hará con él su superior de departamento Morini “que parece tener más reflejos y astucia, y más dotes de mando, y más facilidad para los idiomas”.

Mientras tanto la narración de la relación con Carlota Fainberg se va volviendo más y más interesante. De cómo la conoció en un hotel, de su carácter impulsivo, arrebatado, muy sensual e imprevisible, de ser una actriz que aún mantenía un poco de interés público.
Le reconoce sus miedos de estar a la altura con aquella mujer tan grande y voluptuosa, sus discusiones, y el que tras este tiempo la veía en las demás mujeres en otras ciudades lejanas.
De cómo acabaron acostándose en un hotel de lujo algo venido a menos y acabaron toda la noche bajo una tormenta de relámpagos, truenos y golpes de lluvia. Al final, de un relato lleno de vida se olvida hasta del destinatario, y esbozando una “sonrisa casi obscena” de satisfacción.
Cuando por fin se separan, aunque él se siente cansado por la vulgaridad de Abengoa, pero también profundamente vacío. Se siente intrigado por toda la narración de anécdotas que ha vivido con esa extraña mujer.
Llega un momento, en que el propio Claudio se llega a creer el protagonista de la historia. De hecho, el propio Abengoa reconoce que “él no tenía tanta sensibilidad” para recordar, ni fijarse en detalles de los que en aquella historia en concreto sí se acordaba.
Después cuando coge el avión llega a Buenos Aires donde Mario Said, otro profesor adjunto, lo recibe. Mario Said le previene agriamente contra su superior académico Morini ya que atribuye a que por su culpa no llegó a ser profesor fijo en su universidad y le aconseja: “En cuanto le das la espalda te clava el puñal. Si querés un consejo, no le digas que sos amigo mío, no se lo digas a nadie”.
Sin embargo, Morini lo sabe y hasta le manda cínicamente saludos. Mario Said tiene una familia con una hija y al cambiar de universidad en Argentina ha dejado de sentir tensión y estrés por su futuro, pero le reconoce que le hubiera gustado haberse quedado en Madrid.
Esto hace que Claudio se plantee su situación vital, ¿qué ha hecho con su vida? Pero Mario Said le recuerda que de alguna manera es afortunado porque resulta que es de un solo sitio con una identidad clara.
También hace un estudio de las conferencias de los departamentos universitarios de español con cierta ironía a los estudios posmodernos sobre análisis poscoloniales, o sobre género.
No sólo es un hombre perdido, sino paralelamente es un profesor perdido en medio de conferencias de libros “que trata de disimular que no ha leído”. El autor sabe transmitir ese desasosiego de forma ligera, cuando el protagonista reconoce que no se enteraba de gran parte de las palabras que escuchaba, “aunque las entendiera perfectamente en español o en inglés”.
Para colmo, su conferencia sobre el soneto de Jorge Luis Borges “Blind Pew” apenas publicitada había sido desplazada a un aula marginal y a una hora imposible “a las ocho y media de la mañana” y aparte de cuatro espectadores casuales, aparece una quinta Ann Gadea Simpson Mariátegui una profesora muy prestigiosa por ser la máxima exponente del New Lesbian Criticism y que conservaba un apellido de cada uno de sus exmaridos.
La profesora lo dejó en ridículo criticando que ese soneto representaba la “fascinación europea, heterosexual, y masculina por los mitos del expolio colonial”.
Así Claudio sombrío, amargado se queda a solas en compañía de su soneto en los episodios de “la soledad o el infortunio”. Así en los días siguientes se dedica a digerir la humillación paseando por Buenos Aires. Y en uno de estos paseos llega hasta el Town Hall, el hotel del que le había hablado Abengoa.
Sin embargo, muchos detalles no eran como los había descrito Abengoa el recepcionista no tenía el pelo blanco, pero otros sí como el ascensorista o los periódicos del salón.
Allí se entera de que el hotel esta en su último día antes de ser cerrado por demolición, que la mujer era esposa del dueño del hotel el señor Isaac Fainberg, y que había muerto hacía unos veinte años.
“¿Por qué le había mentido Abengoa?” y ¿por qué él mismo había querido conocer este hotel? No entendía con qué materiales le había mentido Abengoa, ni por qué habría creado tantos detalles “mujer rubia, enorme, cigarrillo en la mano”.
Mientras tanto, la mujer de la limpieza mayor que fingía limpiar mientras les escuchaba se detiene para contarles desde la historia. “El patrón la mató. Él trucó el mecanismo para que Carlota muriera”.
Era una actriz joven pero ya olvidada, que consiguió casarse con un empresario rico, para asegurarse su posición. Sin embargo, llevaba una vida vacía y se acostaba sin vergüenza alguna con muchos de sus clientes. Todavía tenía ínfulas de ser una gran actriz, y no le importaba crear escándalos de sus relaciones con sus amantes.
De pronto, corta la narración diciendo “Tiene que marcharse de aquí. Usted es muy joven para pensar tanto en los muertos”. En definitiva, la historia fue producida por la imaginación de Abengoa.

Claudio se da cuenta de que “la soledad más satisfecha se convierte en un estado de quejumbrosa humillación”. Un hombre perdido que buscaba una gran historia para poder recordarla y vivirla y que se encuentra en esa imposibilidad.

Claudio se tiene que ver con su superior del que espera que lo ascienda dentro de su departamento académico pero al final no, sino que se da cuenta que Morini y Ann Gadea quieren que trabaje para ellos como asociado.

Tema.
Una novela sobre la identidad y la memoria, aunque sea sobre recuerdos que se demuestran falsos sobre una mujer Carlota Fainberg y una relación apasionada que no pudo materialmente a llegar a producirse, pero que ayudan a vivir a través de un pasado que parece dramático y extraordinario.
La memoria y la identidad es uno de los grandes temas de Antonio Muñoz Molina.
El protagonista aunque parece que asume una actitud pasiva, busca ese espacio majestuoso y opresivo de un hotel o de un despacho de universidad con la esperanza de encontrar algo que de sentido a su vida, ya sea desde el pasado o desde futuro intuyendo algo dramático.
También se representa una cierta parodia de distintas figuras de poder, que en nombre de la justicia histórica y de la dignidad de las minorías sirven de alienación al propio proyecto vital del protagonista. El paralelismo con el ciego Blind Pew de “La isla del tesoro” es evidente.
La vida que parece real, digna y vivida es la recordada ya sea a través de uno mismo o de otros, una vida donde uno puede tomar sus decisiones, defender su dignidad sin miedo a las consecuencias, teniendo digamos una identidad aventurera, ”líquida”, ”soleada” que puede evolucionar aunque al final acabe en un tormenta eléctrica.
Sin embargo, la vida del profesor es estática, secundaria a la sombra de la obra de otros profesores que lo controlan, metido en salas de conferencias semivacías donde apenas se siente el aire, y donde la seguridad la produce el hecho de que no haya otros expertos, porque en cuanto aparece Ann Gadea incluso sus conocimientos más seguros e íntimos sobre Borges se tambalean. Resulta curioso, porque la crítica de Ann Gadea esta basada en tópicos de estudios de la crítica posmodernista, no crítica sus conocimientos ni las contradicciones de un mundo basado en fantasías y alivios sobre la identidad, sino su mundo en sí.
También resulta peculiar la creación de un personaje como Abengoa directivo de una empresa, expedicionario de una aventura económica que le narra su aventura aunque él reconoce que cuando la vivió tenía una sensibilidad especial y que no llegó a entenderla.
Porque esta es una novela de personajes que hablan y que escuchan pero que no conversan nunca realmente, no hay críticas reales ad hoc, normalmente uno habla y el otro asiente, y el que habla ya viene predeterminado para decirle lo que quiere decirle al oyente.
De todos modos, en Carlota Fainberg hay algo real. Claudio Morini intuye que en la historia de Abengoa hay elementos que suenan demasiado realistas y que debió vivirlos en otra parte, de alguna manera. La degradación de la Carlota Fainberg real también es una historia que suena demasiado sincera, y que marcó a la gente que la rodeó como a la señora de la limpieza que no evitó el contarla.
Al final, el consejo es ineludible “usted es demasiado joven para pensar en los muertos”, hay que vivir.









No hay comentarios:

Publicar un comentario