Alicia atraída por la madriguera

Alicia atraída por la madriguera

sábado, 30 de abril de 2016

Una condena a muerte doble.


K se estaba muriendo con las mejillas huesudas y metidas para adentro y sin poder hablar. Entonces le llevaron los libros que él había escrito a la mesilla de la cama del Hospital para Tuberculosos. Él negaba con la cabeza pero apenas podía hablar.
Ya no podía mirar a través de la ventana el parque,sin que le remordiera en medio aquella vista.Tenía el puño agarrotado como una deformación profesional y se negaba con malestar a verlo.Pero algo le decía que aquello tan odioso era inevitable,y miraba a aquellos libros como si fuera una mujer que le hubiese rechazado en el pasado y que se besara ahora con un imbécil.
¿Qué he hecho yo?¿no cumplí de alguna manera con mi deber aunque os hiciera daño?,¿por qué me los echáis en cara?Alejadlos de aquí como cucarachas no los quiero quiero vivir.
Y sin embargo les restregaban las galeradas con los párrafos sin fotos,con el olor a tinta.

En ellos había mucho desahogo de sufrimiento,no quería contagiar su sufrimiento y contagiado no quería que nadie se lo echara en cara, y él miraba a la estufa que tenía un poco de lumbre y quería deshacerse de ellos.
¿Por qué me atormentan?sé las réplicas y las contrarréplicas,¿puedo deshacerme de mi herencia?¿puedo decir que no?un no profundo,rápido,pegar tiros y enterrar rápido los cadáveres. ¿Puedo? ¿por qué no?. K desfallecía y en una tablilla le daban unas copias de lo que quería corregir. No podía escribir sobre otra cosa. Si no sobre un artista de circo,cuyo espectáculo consistía en dejarse días y días sin comer pero sin llegar a morir de inanición.
Describió el suelo de la jaula del circo donde se encontraba el artista y los espectadores de los tigres que pasaban de largo,quejándose del mal gusto de poner a un animal tan bello y orgulloso,de un espectáculo tan deprimente y feo. Quería escribir sobre otro tema pero veía las ramas de los árboles a través de su ventana y no podía.
Su hermana Ottla le leyó en voz alta uno de sus cuentos y quedó horrorizado. Ottla se reía y a veces se ponía a gritar leyéndole,y K. la miraba horrorizado como cuando de niño él se reía de ella y le tiraba de sus coletas.¡No déjame!¡No déjame en paz!.¡No dejadme!¡Sáquenme de aquí,sáquenme! ¿Por qué me haces esto si eres mi hermana favorita,por qué?

Se daba cuenta que soltaba gruñidos y balbuceos.Que apenas podía mover los brazos.Pero podía poner una mirada patética que a nadie le importaba,ni a su mejor amiga: su hermana.
¿Podía ser aquello una venganza?.¿Por qué?,sus desahogos nocturnos ahora se le volvían como una pesadilla.¿Cómo alguien había podido elogiar aquello a plena luz del día?.
Cuánta conmiseración,cuánta autodestrucción absurda. El cuento acababa con la orden por sorpresa del padre al hijo para que se tirara al río y se ahogara y el hijo obedecía fielmente,reprochándole al padre ¿por qué me haces esto si yo siempre te he querido?. Cuando acabó el cuento K tenía lágrimas en los ojos,había sido una venganza familiar de la hermana que defendía a su padre.
Cogió la tablilla temblando y garabateó ¿Me he pasado un poco?.Y la hermana Ottla que había gritado para acentuar más las partes más hirientes o patéticas respondió “¡Un pocazo!”. K. quiso volver a escribir entonces una carta a Brod donde destruyeran todos sus cuentos,y especialmente aquellos donde hubiera referencias a relaciones familiares.
Todo el argumento le parecía humillante,aunque no podía hablar hacía unos fuertes gemidos para que no leyeran ese argumento,ese absurdo tan horrendo,¿cómo podía gustarles? Era nauseabundo y más a plena luz del día. ¿Por qué me atormentan?ya me han quitado el catéter me debe quedar poco de vida?.
También esperaba a su novia D que le liberaría de aquellas lecturas y que se había ido a buscar a un nuevo médico y que tardaba dos días,¿qué había sido eso? quería su contacto, su mirada,que le diera la mano.Quizá se había ido porque no había cumplido sus promesas de permanecer en Berlín. Y quién era ese doctor húngaro tan falsamente solemne que le llamaba doctor,con los títulos de derecho que tanto odiaba y que tanto le habían amargado la vida en su puesto burocrático en la compañía de seguros.
Tras dos horas cuando llegó Brod y tras el esfuerzo de leer los garabatos,se hizo el héroe y le respondió que se iba a recuperar,y que por nada del mundo el destruiría ni una sola linea de su obra. Le pareció una canallada. Su hermana allí leyendo una obra para atormentarle ,su mejor amigo negándole una mentira piadosa en su momento final, y su novia que no estaba allí ¿quién sabe si porque se había enfadado de tantas promesas incumplidas de vivir en Berlín?.
K se quitó la almohada de la cabeza y se quedó sin fuerzas para escribir,para sacar sus  enormes fuerzas interiores para la última queja justa. Vio como un búho se colocaba en la rama de un árbol que se movía y empezaba a ulular.¿Alguien podrá defenderme para descansar de atacarme?.

Y sin embargo nadie podrá atacarme salvo yo mismo.Y solo de una cosa por la que nadie tendrá la decencia de condenarme a muerte como a un perro rañoso. de no haber sabido vivir,o sea de no haber sido feliz por los demás. Hasta mi hermana es demasiado buena para ser feliz a través de otra persona,por otra persona.
¿Por qué todos me amargan para hacerse los santos?,¿qué sentido de la justicia es esta?si quieren destruir mi obra destrúyanla pero déjenme en paz en estos momentos,quiero ver a mi padre ¿me odiara?¿dónde esta mi padre? quiero su bendición,¿no hay un alma caritativa que pueda darme la mano y mentirme un poco?.
K levantaba la mano esperando que alguien se la apretara,miraba a un lado y a otro con un gesto rápido pidiendo misericordia, pero después tenía miedo al contagio y viendo que nadie,ni su hermana se la daba ni hizo más gestos. K abría la boca pero no le salía voz.Era como si por fin la maldición que se había auto impuesto siempre se cumpliera en el momento más inoportuno.Cedió y no dijo la frase que le producía aquel gesto de angustia.
Qué maldito amor a la decencia,¿no puede haber un poco de compasión y ponerme unas flores?,¿no hay nadie con quién compartir un bello recuerdo sin que me eche nada en cara?.
Se dio cuenta que cualquier gesto de piedad le dejaba en evidencia y servía para una sonrisa malévola y cínica.

¿Qué he hecho con mi vida?allí en la compañía para ganarme un puesto en la sociedad haciendo lo que se suponía que había que hacer trabajando duro y viendo a obreros lisiados que venían humildemente, a los que muchas veces tenía que negar sus indemnizaciones ,¿por qué nadie me perdona mi obra o la destruye?,¿quiero yo piedad?,¿la quise a pesar de todo alguna vez?.¡Quemen mi obra de una vez por Dios,quemen mi obra de una vez que no quiero que nada de mí me sobreviva!.
Y de pronto,estiró el brazo,y el puño de tantos años ya no tuvo más fuerzas de apretar y dejó de hacer el gesto para escribir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario